Confío en que, cuando el pueblo afgano y los ciudadanos en los países que aportan soldados observen la transición, a partir del próximo año, vean los avances que necesitan ver para seguir apoyando esta misión. Ahora bien, transición no quiere decir estrategia de salida. Quiere decir transición a un papel distinto.
"Un nuevo impulso para Afganistán", por Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN
Los ministros de Exteriores de los 43 países participantes en la misión de la OTAN en Afganistán se han reunido para discutir cómo seguir adelante. El año 2009 no ha sido fácil, ni para Afganistán ni para los países que envían tropas. Pero ahora está comenzando una nueva fase del esfuerzo internacional.
Hace unos días, el presidente Obama pronunció un importante discurso en el que expuso la estrategia estadounidense para esta misión. Se comprometió a enviar un número sustancial de recursos, incluidos más de 30.000 soldados. Y dejó claro, por si alguno lo dudaba, que Estados Unidos está decidido a hacer lo que sea preciso para completar la tarea.
Pero ésta no es sólo la guerra del presidente Obama. Lo que está sucediendo en Afganistán representa las mismas amenazas para todos: el terrorismo, las drogas, el extremismo. Es una tarea de la Alianza, y la acabaremos juntos. En este momento fundamental en la evolución de nuestras operaciones, la OTAN va a demostrar su unidad y su fuerza una vez más.
En 2010 habrá un aumento considerable del número de soldados procedentes de los países de la OTAN aparte de Estados Unidos: al menos 5.000, y seguramente varios miles más. Eso se añade a los aproximadamente 36.000 soldados no estadounidenses que ya están sobre el terreno. Pero no se trata sólo de cifras. Se trata de estrategia. Y nuestra estrategia está muy clara: traspasar a los afganos la responsabilidad fundamental de gobernar su propio país en cuanto sea posible.
Eso significa una transición en la que las fuerzas afganas se hagan cargo de las operaciones y nuestras fuerzas pasen a desempeñar una función de apoyo. Estoy presionando a los aliados y a nuestros socios para que contribuyan plenamente, con recursos y dinero, a las actividades de entrenamiento. De ese modo podremos hacer que el traspaso a manos afganas sea una realidad más pronto. Y confío en que, cuando el pueblo afgano y los ciudadanos en los países que aportan soldados observen la transición, a partir del próximo año, vean los avances que necesitan ver para seguir apoyando esta misión.
Ahora bien, transición no quiere decir estrategia de salida. Quiere decir transición a un papel distinto. En primer lugar, nuestros soldados empezarán a asociarse con las fuerzas afganas a todos los niveles, desde el terreno hasta el cuartel general, con el fin de transmitirles los conocimientos que necesitan para sostenerse por sí solas. Y, cuando se den las condiciones adecuadas -cuando tengan la capacidad y la confianza necesarias-, pasaremos a la siguiente fase, en la que las fuerzas afganas asumirán la responsabilidad de planear y llevar a cabo las operaciones, con el respaldo de las tropas de la OTAN. Ésa es la manera de avanzar, y estoy seguro de que podremos empezar el año que viene.
Los ministros de Exteriores están discutiendo todo esto. Pero no sólo la operación militar. También están hablando de la estrategia política en su conjunto. Y eso incluye lo que esperamos del nuevo Gobierno afgano. Las buenas prácticas de gobierno son la mejor forma de asfixiar a los talibanes. Después de todo lo que hemos empeñado en esta misión, tenemos derecho a insistir en ello.
El presidente Karzai ha hecho algunas declaraciones muy claras y oportunas. Me satisface ver que ya están realizándose investigaciones sobre la corrupción. Es un buen comienzo, que ayudará a asentar la credibilidad que el pueblo afgano y la comunidad internacional necesitan ver. También será muy importante a este respecto la reunión que se celebrará el próximo mes en Londres, que establecerá un nuevo contrato entre el Gobierno afgano y la comunidad internacional.
Confío en que esta misión reciba pronto un nuevo impulso. En 2010, habrá muchas más fuerzas sobre el terreno, dedicadas a defender al pueblo afgano. Empezaremos a poner la responsabilidad de la seguridad en manos de las fuerzas afganas distrito por distrito, cuando las condiciones lo permitan. Habrá compromisos claros -y espero que acciones indiscutibles- del Gobierno afgano que le permitan ganarse el apoyo de la población. Habrá más ayuda al desarrollo, empezando por los 5.000 millones de dólares ofrecidos por Japón. Y la faceta civil de la misión también adquirirá más importancia, entre otras cosas con el Plan de Acción de la UE.
Al final, lo importante es esto: cuando los talibanes vayan a buscar al hijo de un padre afgano para que luche con ellos, ¿qué hará ese padre? Si ve que los talibanes no tienen ninguna posibilidad de ganar, si ve que su vida está mejorando, y si cree en su Gobierno, dirá que no. Y entonces la insurgencia perderá. Es así de sencillo. Ésas son las condiciones que tenemos que crear, y creo que, el próximo año, empezaremos a ver la luz al final del túnel.
No son Talibanes (Plural), son TALIBAN.
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