ACTUALIDADES

domingo, 31 de enero de 2010

La historia jamás contada de Afganistán



Al igual que sus imperiales predecesores en Washington, Londres y Rusia, Barack Obama está convencido de que su ejército puede de alguna manera convertir a Afganistán en una nación donde el imperio que dirige pueda hacer lo que se le antoje. Como los autores de Afghanistan: The Untold Story dejan claro, sus posibilidades de éxito son bien magras. La historia no está de su parte.

Ron Jacobs Counter Punch, traducción de Sinfo Fernández en La República

En la primera semana de 2010, cinco soldados estadounidenses murieron en Afganistán. En la última semana de 2009 se registró la muerte de ocho agentes de la CIA en aquel país. Pero muchos más civiles afganos murieron asesinados durante ese período, incluidas las aparentes ejecuciones de varios muchachos por personas que pertenecían al ejército estadounidense o que trabajaban a su servicio. Además, fuerzas insurgentes atacaron a un funcionario del gobierno de Karzai en el este de Khost y en Herat se lanzaron cohetes hacia el lugar donde se ubicará el futuro consulado de EEUU. El 6 de enero de 2010 se informó que la administración Obama estaba enviando mil expertos civiles estadounidenses más al país para que ayudaran en supuestos proyectos de reconstrucción. Esta noticia fue recibida con escepticismo por los afganos tanto dentro como fuera del gobierno. El embajador afgano ante las Naciones Unidas señaló que pocos afganos confiaban ya en esos supuestos esfuerzos de reconstrucción y que EEUU haría mejor en contratar a afganos para que llevaran a cabo las labores de reconstrucción en lugar de enviar ciudadanos estadounidenses “creando estructuras paralelas que no hacen sino arruinar los esfuerzos del gobierno afgano”. El embajador debe ser muy consciente de que la historia de las reconstrucciones de EEUU, ya sea en Afganistán o en Iraq, es un legado de corrupción, construcciones deficientes y esfuerzos fallidos que no beneficiaron más que a las compañías extranjeras que consiguieron los contratos.

A pesar de la situación anteriormente mencionada y de los ocho años de comparable fracaso que precedieron a las semanas arriba descritas, la administración Obama está enviando al menos 30.000 soldados más a la refriega afgana. Además, habrá un número no especificado de mercenarios que se añadirán a las cifras de tropas ocupantes. Al igual que sus imperiales predecesores en Washington, Londres y Rusia, Barack Obama está convencido de que su ejército puede de alguna manera convertir a Afganistán en una nación donde el imperio que dirige pueda hacer lo que se le antoje. Como los autores de Afghanistan: The Untold Story dejan claro, sus posibilidades de éxito son bien magras. La historia no está de su parte.

Ese libro, publicado poco después de la elección de Obama en 2008, entraña una mirada a la historia de Afganistán, centrándose sobre todo en los últimos cien años. Las cuestiones principales se refieren a la naturaleza de la situación de Afganistán en las luchas regionales e internacionales por el poder y el control en Asia Central. Desde Alejandro Magno hasta Barack Obama y el General McChrystal, Afganistán ha significado frustración, y hasta ahora, en todas las ocasiones, ha implicado también derrota para el invasor. Los autores, los periodistas Paul Fitzgerald y Elizabeth Gould, presentan ante el elector el perenne fracaso de Gran Bretaña a la hora de someter a los ejércitos de Afganistán, sin que importara quién gobernaba en cada momento esa nación.

Según Fitzgerald y Gould, la razón principal de ese fracaso fue el debate sobre las zonas dominadas por los pastunes (Pastunistán) que fueron reclamadas por Gran Bretaña bajo el Acuerdo Durand, y que los nacionalistas afganos consideraban parte de Afganistán. Aunque estaba perdiendo ya su imperio, Londres se implicó en una lucha continuada sobre esas tierras y pueblos al crear Pakistán fuera del subcontinente indio y dividir Pastunistán en dos.

Después de la segunda guerra mundial, EEUU se trasladó a las antiguas colonias de Gran Bretaña, estableciendo pactos económicos y defensivos en su deseo de cercar a la Unión Soviética. Al igual que Gran Bretaña antes, las interacciones de Washington con Afganistán exhibieron una ignorancia del deseo histórico de no alineamiento por parte de Afganistán. Esta ignorancia se combinó con la insistencia en que cualquier expresión de ese deseo demostraba que Moscú estaba influyendo en la política de Kabul. Fitzgerald y Gould escriben que esto no se produjo por accidente. En realidad, fue el resultado lógico de una directiva de seguridad nacional de 1950 conocida como la NSC 68. Esta directiva, escrita por el ala anticomunista y militarista del establishment de la política exterior estadounidense, insistía en que la Unión Soviética trataba de establecer una hegemonía mundial y que la única vía para impedirlo era que EEUU se le adelantara. La esencia de la filosofía que motivó esa directiva era sencilla: o uno estaba del lado de Washington o uno se convertía en el enemigo. El resultado directo de esa directiva fue la creación de una economía de guerra permanente y la creación de un estado de seguridad nacional. En la práctica, eso significó en parte que las luchas por la liberación nacional y los deseos nacionales de no alineamiento se percibían como inspirados por los soviéticos y, por tanto, formando parte del campo enemigo. Además, los estadounidenses que se oponían a esas políticas de EEUU eran considerados potenciales traidores.

En el mundo musulmán, esta visión condujo a que Washington comenzara a cortejar a la derecha islámica. Una razón fundamental para esa alianza fue que la derecha islámica odiaba la filosofía marxista. Además, ciertos personajes poderosos, como William Casey de la CIA, consideraban a la derecha islámica como sus hermanos espirituales, ignorando, en el mejor de los casos, su misoginia y métodos brutales y, en el peor, endosando tácitamente esas prácticas. La alianza empezó con la ayuda subrepticia del MI5 británico y de la CIA a elementos de los primeros Hermanos Musulmanes en su lucha contra el nacionalista egipcio Abdel Nasser, y encontró su expresión final cuando se dedicaron a armar, bajo Carter y Reagan, a los grupos de muyahaidines afganos.

La implicación de EEUU en Afganistán que empezó con Jimmy Carter no fue accidental. Fue el resultado de los esfuerzos concertados de la derecha estadounidense para recuperar su poder tras la derrota en Vietnam. Finalmente, esos triunfantes esfuerzos, dirigidos por neocon como Zbiegniew Brzezinski y Richard Pipes y ayudados por liberales como Barney Frank y Paul Songas, supusieron el resurgimiento del ala pro-militarista del establishment político como principales arquitectos de la política exterior estadounidense. Según los autores, lo que eso significó para Afganistán fue que Washington “apoyaba (ahora) a una clase de mullahs y terratenientes que durante generaciones habían estado combatiendo cualquier reforma social” y que “se implicó en un proceso que hizo que la evolución social en Afganistán retrocediera hasta la Edad de Piedra”. La guerra de los muyahaidines y lo que siguió destruyó todos los progresos sociales conseguidos por los anteriores gobiernos afganos. Las mujeres y niñas fueron relegadas a un status de segunda clase y la intolerancia fundamentalista estaba a la orden del día.

La historia contada dentro de las tapas del libro es la historia de una antigua nación que durante el pasado siglo trató de crear una sociedad libre y tolerante. Es también la historia de una nación cuya geografía la ha situado en el centro de muchas batallas de los grandes poderes en un intento de colonizarla. La lucha por la tolerancia y la justicia se produjo bajo monarquías, regímenes localistas, regímenes capitalistas autocráticos y democracias. En la opinión de los autores, esas luchas se convirtieron en una guerra civil cuando EEUU empezó a armar a los señores de la guerra y a las fuerzas religiosas reaccionarias en su guerra contra los soviéticos. El caos que sobrevino tras esa decisión produjo la destrucción de las fuerzas que trabajaban en favor de la modernidad, y la llegada al poder de las fuerzas reaccionarias. Justo en ese momento, el caos en Afganistán se convirtió en una batalla entre los poderosos señores de la guerra y los talibanes, con EEUU colocado al lado de varios señores de la guerra en lucha contra su progenie: los talibanes. Esto sitúa directamente la responsabilidad de la desesperada situación de Afganistán en las manos de los políticos estadounidenses: la corrupción del gobierno de Karzai, los talibanes, el ácido en el rostro de las muchachas, los señores de la guerra, el comercio de heroína, etc. También nos plantea si no fue siempre ésa la intención de esos políticos.

Si hay algún defecto en ese texto, no está en la escritura o en la historia sino en la aseveración de que únicamente los elementos neoconservadores de la estructura de poder estadounidense son los responsables del pasado reciente y de la actual situación afgana. Uno podría asumir tal implicación si no fuera por los antecedentes históricos. Cada voto del congreso para financiar la agresión estadounidense en Afganistán ha sido precisamente para tal fin, mientras que los medios dominantes de EEUU rara vez se han cuestionado la guerra o las razones ofrecidas para esa guerra. En efecto, cuando Ronald Reagan posaba con los muyahaidines para las fotos, éstos eran celebrados en todos los medios como luchadores por la libertad. La política de EEUU, en lo que ahora se denomina como la guerra de AfPak, no es una política de la derecha o de los liberales, sino del mismo establishment de Washington. La muda respuesta a la reciente escalada de Obama no es sino la prueba más reciente de este hecho.

“Afghanistan: The Untold Story” termina con una serie de recomendaciones para Barack Obama. La primera y la última de esas recomendaciones son las más esenciales: La número uno es muy sencilla: parar de matar afganos. La última es un poco más compleja. Fitzgerald y Gould recomiendan que se vuelva a abrir el debate sobre la identidad nacional de Estados Unidos. Según ellos, ese debate se clausuró el 7 de diciembre de 1941, cuando los japoneses atacaron Pearl Harbour y el estado de seguridad nacional pasó a ocupar una posición omnipresente. Desde donde me encuentro hoy, parece como si el Sr. Obama no hubiera tomado en cuenta ninguna de esas recomendaciones. Así es, sus políticas son una continuación del pasado. Y si lo que desean son pruebas, les sugiero que lean el discurso de Obama justificando la escalada de la guerra en Afganistán [1] y las historias en los medios acerca de la matanza en curso de civiles afganos por las fuerzas estadounidenses [2].

N. de la T.:

[1] A este respecto, puede consultarse la traducción al castellano del artículo de Justin Raimondo “El discurso bélico de Obama” publicado en Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php...

[2] A este respecto, pueden verse, entre otros, los artículos del Profesor Marc W. Herold publicados en Rebelión: http://rebelion.org/noticia.php?id=...; http://rebelion.org/noticia.php?id=90410

Ron Jacobs es autor de The Way the Wind Blew: a history of the Weather Underground, que Verso acaba de reeditar. El ensayo de Jacobs sobre Big Bill Broonzy está recogido en la colección de CounterPunch sobre música, arte y sexo: Serpents in the Garden. Su primera novela, Short Order Frame Up, ha sido publicada por Mainstay Press. Puede contactarse con él en: rjacobs3625@charter.net

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sábado, 23 de enero de 2010

Afganistán de nunca acabar




La operación ha tenido un coste para las arcas públicas de 1.550 millones de euros; 365 sólo en el último año. Estas cifras superan con mucho a las que nuestro país dedica a ayuda al desarrollo en este Estado: 210 millones en el periodo 2006-2012, de los que ya se llevan ejecutados unos 130.

Antonio Sarrión para El Siglo

Afganistán de nunca acabar

El próximo 28 de enero tendrá lugar la Conferencia Internacional sobre el futro de Afganistán, en Londres, y en la que también, vistos los últimos acontecimientos, se podría dedicar un amplio espacio al debate sobre la situación en Yemen.

Apenas dos meses antes de este evento, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pronunciaba un estratégico discurso en la academia militar de West Point, en el que exponía con detalle la nueva estrategia para Afganistán, donde las tropas norteamericanas –en su inmensa mayoría–, y de otros 40 países llevan una década sin conseguir el más mínimo avance, en una situación que recuerda lo que le sucedió al ejército soviético en la década de los 80, en el mismo escenario.

Obama parece dispuesto a poner fin a la situación, en primer lugar, estableciendo una fecha límite para el traspaso de responsabilidades a las propias fuerzas armadas afganas, y para la retirada del contingente internacional del país: julio de 2011. Sin embargo, parece convencido de la posibilidad de una victoria militar, pese a los magros resultados que, hasta la fecha, ha producido la ocupación. Por ello, en la exposición de la denominada ‘nueva estrategia’, y que ha sido debatida con el Alto Mando de su ejército, el inquilino de la Casa Blanca ha comprometido el incremento de sus efectivos en la zona en otros 30.000 soldados, contando también con otros 10.000 más que sus aliados se han comprometido a aportar.

No obstante, en el discurso presidencial se encontraban algunos ‘avisos’ importantes. Uno, para el presidente –bajo permanente sospecha- afgano, Hamid Karzai, cuando advertía que se había “acabado el tiempo de los cheques en blanco”. Otro, para la propia población estadounidense y el entramado de intereses que se concentran en esta zona del mundo: “Tiene que quedar claro que los afganos tienen que asumir la responsabilidad de su propia seguridad y que Estados Unidos no tiene interés en luchar una guerra interminable en Afganistán”.

Para financiar esta nueva fase de la guerra, Obama ha solicitado al Congreso otros 30.000 millones de dólares, y para su plan cuenta con el absoluto respaldo de su cúpula militar, “me siento alentado por el compromiso demostrado en el discurso del presidente. Hay ahora una concentración en Afganistán que nunca ha habido antes”, afirmaba la pasada semana el general Stanley McChrystal, que dirige a las tropas de la coalición internacional en suelo afgano, y al que muchos consideran el autor en la sombra de esa nueva estrategia.

Como se comentaba en estas líneas, el resto de los países que participan en la invasión han comprometido otros 10.000 efectivos, de los que 511 serán proporcionados por España. El pasado 17 de diciembre, la ministra de Defensa, Carme Chacón, hacía este anuncio en el Congreso de los Diputados, algo que el propio Obama le agradecía en persona a José Luis Rodríguez Zapatero un día después, en Copenhague, cuando ambos asistían a la fracasada Cumbre sobre el Clima.

En fuentes gubernamentales explican esta decisión, más allá de las afinidades entre ambos presidentes, en la coincidencia con aspectos fundamentales de la ‘nueva estrategia’, como son la fecha límite para la retirada de las tropas, el compromiso de procurar que las autoridades locales vayan asumiendo paulatinamente la responsabilidad sobre la seguridad del país, el fin de los bombardeos indiscriminados que producen cientos de víctimas inocentes entre la población civil, y la implicación de otros países de la región, especialmente de Pakistán, en la resolución del conflicto.

De todos modos, el envío de estos 511 soldados adicionales se someterá a la aprobación del Congreso (lo que parece garantizado con los votos de PSOE, PP, CiU y, probablemente, PNV) el próximo mes de febrero.

En la actualidad hay 1.070 soldados españoles en el país, donde nuestro ejército permanece desde hace ocho años. En este tiempo, se han producido 88 bajas entre nuestros compatriotas, y la operación ha tenido un coste para las arcas públicas de 1.550 millones de euros; 365 sólo en el último año. Estas cifras superan con mucho a las que nuestro país dedica a ayuda al desarrollo en este Estado: 210 millones en el periodo 2006-2012, de los que ya se llevan ejecutados unos 130.

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domingo, 17 de enero de 2010

14 presuntos insurgentes y 2 soldados de ISAF muertos en las últimas 24 horas



Catorce presuntos insurgentes y dos soldados de la ISAF han muerto en enfrentamientos armados y ataques registrados en las últimas 24 horas en distintos puntos de Afganistán, informó hoy la fuerza de la OTAN.


EFE para Yahoo! Noticias

El mayor número de víctimas se registró durante una operación conjunta de la Fuerza de Asistencia para la Seguridad (ISAF) y el Ejército afgano, la pasada madrugada en la provincia meridional de Helmand.

Once supuestos insurgentes murieron en la operación, registrada la pasada madrugada en la población de Sistanay del distrito helmandí de Nad Ali, según dijo la fuente en un comunicado.

Otros tres presuntos talibanes, entre ellos un comandante de la "red Haqani", murieron anoche y un cuarto resultó herido en la provincia oriental de Paktika, en el transcurso de un ataque aéreo contra un grupo que había sido detectado colocando explosivos en la localidad de Suwnay, en el distrito de Orgun, aseguró la ISAF.

La fuerza internacional, por su parte, perdió ayer a dos de sus hombres a causa de explosivos improvisados en el sur de Afganistán, añadió la fuente sin dar más detalles.

La ISAF informó en varios comunicados hoy de otras operaciones en varios puntos del país, como Kandahar y Ghazni, sin bajas.

Además, un jefe distrital afgano resultó hoy herido leve por la explosión de un artefacto al paso de su vehículo, dijo la ISAF.

El jefe del distrito de Bak, de la provincia oriental de Khost, Lutufullah Babakarkhel, iba camino de la oficina cuando estalló el explosivo en la cuneta a su paso por la población de Tarakia, informó a la agencia afgana AIP el jefe interino de la Policía provincial, Muhammad Yaqoob Mandozai.

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sábado, 16 de enero de 2010

Nuevo rechazo parlamentario a la mayoría del gobierno de Karzai



La cámara baja del Parlamento de Afganistán volvió a rechazar este sábado a la mayoría de los ministros propuestos por el presidente afgano, Hamid Karzai, dos semanas después de haberle asestado un primer revés, prolongando una crisis política que comenzó hace unos cinco meses.


Karim Talbi, AFP para Yahoo! Noticias

Este nuevo revés para el presidente afgano tiene lugar pocos días antes de la Conferencia de Londres, en la que los actores del conflicto afgano -exceptuando a los talibanes- deben discutir sobre el futuro del país y especialmente sobre sus problemas de seguridad.

La presidencia afgana informó, justo después del anuncio del resultado de la votación, de que Karzai "respeta" la decisión de los diputados pero lamenta que los "ministros elegidos (por él) por su profesionalismo y su mérito" fuesen rechazados.

Este sábado, la Wolesi Jirga (cámara baja del Parlamento) aprobó siete de los ministros propuestos por Karzai y rechazó a diez, declaró el presidente de la asamblea, Mohamad Yunus Qanooni, al término de varias horas de votación.

Los siete candidatos aprobados se suman a los otros siete ministros cuyos nombres fueron aceptados en la primera sesión, el 2 de enero.

El Gobierno dispone así de 14 de sus 25 ministros y el jefe de Estado afgano deberá revisar por tercera vez la composición de su gabinete.

Este sábado, los diputados aceptaron nombrar a Zalmay Rasul, consejero de seguridad nacional del presidente, como jefe de la diplomacia afgana.

La nueva lista incluía a tres mujeres, contra una sola en el gobierno saliente. Sólo Amina Afzali fue aceptada, en la cartera de Asuntos Sociales.

El nuevo ministro de la lucha contra la droga, Zarar Ahmad Muqbel, es conocido de los diplomáticos occidentales en Kabul debido al mal recuerdo que dejó como ministro del Interior, cargo que ocupó hasta finales de 2008. En esa fecha fue reemplazado bajo la presión de los occidentales.

Abdul Hadi Arghandiwal, confirmado en la cartera de Economía, dirige el Partido Islámico, compuesto por ex compañeros de resistencia antisoviética del histórico caudillo del Hezb-e-islami, Gulbuddin Hekmatyar, buscado por los estadounidenses y aliado ocasional de los talibanes.

El 2 de enero la cámara había aprobado a siete de los candidatos de Karzai. Se trató entonces de ministros clave, como el de Interior, Mohammad Hanif Atmar, y el de Defensa, Abdul Rahim Wardak, que ya ocupaban dichos ministerios anteriormente.

El presidente había ordenado entonces por decreto a los parlamentarios que retrasasen sus vacaciones de invierno para poder concluir la aprobación de su gobierno.

Tras la elección presidencial del 20 de agosto, marcada por los fraudes masivos a su favor, y su reelección el 2 de noviembre tras la retirada de su adversario, Karzai había tardado un mes y medio en presentar su primera lista de gobierno al Parlamento.

Esta segunda lista de candidatos a las carteras ministeriales había puesto de manifiesto un retorno de Karzai al clientelismo, con la presencia de ministros de poca experiencia recompensados por su apoyo en la presidencial de agosto, consideraban los expertos.

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sábado, 9 de enero de 2010

Un soldado español de origen ecuatoriano muere por un accidente en Afganistán



Un soldado del Ejército español, de 24 años y origen ecuatoriano, murió el viernes en Afganistán tras ser atropellado por un vehículo en una base militar de la ciudad de Herat (oeste del país), informó el Ministerio de Defensa en un comunicado.


AFP para Yahoo! Noticias

Christian Quishpe Aguirre fue trasladado al hospital tras el accidente, que se produjo en el taller de mantenimiento de vehículos de la base, donde falleció a causa de las graves heridas que había sufrido.

Casado y padre de una niña, Quishpe ingresó en el Ejército el 1 de septiembre del año 2005. En la actualidad, estaba destinado en el Grupo Logístico de Montaña número 1, con sede en la provincia aragonesa de Huesca. El avión que repatria su cadáver llegará a la base militar de Zaragoza entre las 3 y las 4 de la madrugada del domingo, indicó este sábado el ministerio a la AFP.

España tiene destinados en Afganistán a algo más de 1.000 soldados, en el marco de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), principalmente en Herat y Qala-i-Naw (oeste), y enviará 500 más este año. El contingente español ha sufrido hasta ahora 89 bajas, siete de ellas en ataques y el resto, en accidentes.

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viernes, 8 de enero de 2010

Sólo el 22% de los españoles apoya enviar otros 500 soldados a Afganistán


Los datos de la encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO sobre el anuncio realizado el 17 de diciembre por Chacón de que el Gobierno se propone enviar a Afganistán otros 511 militares antes del verano, dicen que al 47,7% de los españoles esta decisión le parece mal o muy mal, mientras que el porcentaje de los que la apoyan y responden que les parece bien o muy bien se queda en un más que discreto 22% [...] una misión que en sus dimensiones actuales ya le ha requerido a España una inversión de 365 millones en 2009...

Roberto Benito para El Mundo

La decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de responder con contundencia a la petición de Barack Obama de incrementar el número de tropas en Afganistán, enviando en 2010 más de 500 nuevos soldados a la misión de la OTAN en el país, no cuenta con el respaldo de la sociedad española. Quizá sea necesario que el presidente explique en las próximas semanas con mayor claridad las razones que le han llevado a participar con entusiasmo en la escalada militar que se está preparando en Afganistán, o que su ministra de Defensa, Carme Chacón, multiplique sus apariciones públicas defendiéndolo, pero por el momento los españoles no apoyan la súbita pasión del Ejecutivo por los incrementos de efectivos.

Los datos de la encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO sobre el anuncio realizado el 17 de diciembre por Chacón de que el Gobierno se propone enviar a Afganistán otros 511 militares antes del verano, dicen que al 47,7% de los españoles esta decisión le parece mal o muy mal, mientras que el porcentaje de los que la apoyan y responden que les parece bien o muy bien se queda en un más que discreto 22%.

Es un respaldo muy pobre a una medida que supone un elevadísimo riesgo para las tropas españolas, que tendrán que participar de forma activa en la nueva estrategia promovida por Washington y enfrentarse directamente a la insurgencia, y que le costará a las arcas del Estado decenas de millones de euros, en una misión que en sus dimensiones actuales ya le ha requerido a España una inversión de 365 millones en 2009.

El rechazo al incremento de tropas es, además, generalizado en todas las edades y en todas las tendencias políticas, y tiene un amplio fundamento, ya que la mayoría de los encuestados ha manifestado una opinión y sólo un 4,4% ha rechazado opinar sobre el asunto.

Es, en cualquier caso, la respuesta esperable a la ampliación de la participación en una misión que nunca ha contado con el beneplácito de la sociedad española. Sin alcanzar el rechazo que generó el envío de tropas a Irak en 2003, la presencia de militares españoles en Afganistán nunca ha sido bien vista, especialmente en los últimos años, y todas las encuestas así lo han reflejado.

Hay, pese a todo, tres factores a los que el Gobierno puede agarrarse para albergar alguna esperanza de dar la vuelta en los próximos meses al parecer de la opinión pública. El primero es que hay un 25,9% de españoles que no manifiesta una postura clara sobre el asunto y declara que la decisión le parece regular. Es nada menos que una cuarta parte de la población que, de ser susceptible a una ofensiva política del Gobierno para ganarse su apoyo, podría acabar dando mayoría a los que les parece bien el aumento de tropas en Afganistán.

El segundo es que los jóvenes manifiestan un menor rechazo a la escalada militar que las personas de mayor edad. De hecho, cuanto más mayores son los encuestados, mayor es su postura contraria al envío de otros 500 soldados al país asiático: si entre los que tienen entre 18 y 29 años el porcentaje de los que les parece mal o muy mal la decisión es del 41,9%, en el siguiente tramo (entre 30 y 44 años) es del 46,9%, en el siguiente (entre 45 y 64 años) del 49,2% y en el último, que reúne a los mayores de 65 años, alcanza el 53%.

Por último, el Gobierno puede tener la relativa tranquilidad de que, entre sus votantes, las opiniones están más equilibradas que en los de otros partidos. De las personas que dijeron haber votado al PSOE en los últimos comicios, sólo el 38,1% está en contra del aumento de efectivos, y el porcentaje de indecisos es del 33,4%. Nada que ver con el 53,6% de los electores del PP, el 69,3% de los de IU y el 49,2% de los del resto de formaciones políticas que manifiestan su rechazo a la decisión.

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sábado, 2 de enero de 2010

Carta de una novia a un soldado español en Afganistán (Ana Hervas Ruedas)

"Aún no te has ido, pero poco a poco sé que te vas a ir adonde no te han llamado, adonde no te esperan, adonde te recibirá gente a la que no le importas, gente que no valorará tu vida, ni se fijarán en tu sonrisa, ni en el cariño que hay en tu mirada.

Sólo verán a un infiel, sólo verán un traje verde y una bandera pegada en el brazo de tu uniforme. Nada más.

Te vas a un sitio sin ley, sin normas, donde apenas se nota el amor con las puntas de los dedos.

Te vas de mi lado, te alejas de la gente que te quiere y que te necesita, además de mí: tu madre y tu hermana.

Ya son muchos meses pensando que te vas, maldiciendo Afganistán, el Ejército, España, Zapatero y la injusticia de la vida.

Valorando cada día los minutos que pasas a mi lado, pensando que quizás eso especial que hemos hecho hoy será la última vez que lo hagamos.

Todo el día pensando y pensando. Quién me iba a decir a mí que me iba a preocupar por lo que pasa en la otra punta del mundo.

Quién me iba a decir a mí que viviría esta historia de amor de película, de princesas y guerreros.

Otra noche más que no puedo dormir, que temo el momento de meterme en la cama y que las imágenes de ver cómo te metes en el avión con tus compañeros pasen por mi mente. Otra noche de imaginarme como será tu adiós, es gran despedida que os tienen montada.

Todas las familias de militares mirando cómo os vais: algunos contentos, otros asustados y otros sin saber por qué vais allí.

A ese país donde no pintais nada, donde tendrían que estar todos los políticos para que probaran lo que es jugar a la guerra en sus propias carnes.

Son las doce y media de la noche, mañana me levanto a las seis para ir a trabajar y después por la tarde a clase, a empezar un nuevo curso... y a seguir pensando que te vas."

Ana Hervas Ruedas, novia de un soldado español en Afganistán

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