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martes, 8 de septiembre de 2009

Yo también quiero ver la Guerra de Afganistán en TVE



Decenas de civiles han muerto en Afganistán, tiroteados o bombardeados por Ejércitos de la OTAN. Y nuestras tropas han sido atacadas, viéndose obligadas a matar a trece insurgentes (¿delincuentes? ¿talibanes? ¿personas?). Lo normal en una misión humanitaria. Ante la virulencia del conflicto, el Gobierno español se plantea enviar más soldados a ese país. No es el único lugar del planeta que necesita atención: ahí tenemos a Somalia, Sierra Leona, Haití, Liberia... Pero sí es el único que ocupa un lugar estratégico junto al mar Caspio, la nueva fuente de petróleo y gas natural más importante del mundo. Enviar más soldados a Afganistán es una decisión humanitaria, solidaria y sabia, puesto que sacamos pecho ante nuestros amigotes del Atlántico Norte arriesgando las vidas de soldados españoles... aunque cada vez menos: el 37% de los soldados reclutados este año por nuestro Ejército son inmigrantes.

Si las putas subsaharianas se hiciesen legionarias, o infantes de marina, es muy posible que obtuviesen la nacionalidad española y pudiesen pasearse por las Ramblas con la cabeza bien alta. Los mismos policías municipales que ayer las detuvieron de mala manera, mañana se pondrán firmes al saludarlas. Pero hasta que no llegue ese momento me conformo con recibir imágenes. De la guerra de Afganistán, digo.

Ustedes sabrán que el Gobierno, cuando quiere blanquear su imagen bélica, financia viajes de periodistas y televisiones a los países en conflicto donde presta sus servicios el Ejército español. De esos viajes salen reportajes promocionales que televisiones y periódicos nos venden como información. No se dejen engañar. Son sólo políticos en campaña, posando en la cola del rancho o junto a un sonriente grupo de mujeres paracaidistas. Marketing. La guerra es otra cosa. Es lo que está pasando ahora en Afganistán. Seguramente por eso me gustaría ver en alguna cadena imágenes de los soldados españoles pegando tiros, arrastrando a los heridos, identificando cadáveres afganos... La guerra. La realidad.

En nuestros informativos es difícil, si no imposible, ver imágenes de esta nueva guerra. No las de promoción gubernamental, sino aquellas con sangre, miembros arrancados, ciudades destrozadas, familias rotas, niños muertos... Estoy preparado para eso, y para sentir dolor y nauseas. Los medios no deberían negarnos imágenes duras de Afganistán: añaden toneladas de valiosa información a la aseada y pulcra imagen que el Gobierno ha querido dar del conflicto.

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